Peñarrubia, naturaleza en estado puro
Peñarrubia es uno de los municipios cántabros más desconocidos pero también uno de los más bellos e inalterados de toda la geografía cántabra. Rodeado de moles calizas por todos lados, sus laderas siempre verdes y aterrazadas durante siglos para arrancar a la tierra sus frutos, proporcionan paisajes espectaculares con exuberante vegetación.
Esta abrupta orografía y su clima húmedo confieren la identidad de sus habitantes, los peñarruscos o peñarrucos. Cicera fue durante siglos la población más importante del municipio hasta la construcción de 2 obras civiles en el siglo XIX, que cambiarían sustancialmente la vida y costumbres de sus habitantes.
Por un lado, la carretera del desfiladero de La Hermida, construida en una angosta garganta natural que une Potes con Panes, cuya obra duró casi un siglo y se realizó con el objetivo de extraer las maderas del bosque lebaniego con destino a la industria naval. Antes de la apertura de la carretera del Desfiladero en 1873, los contactos de Liébana con Santander capital y con la costa eran escasos y bastante menos frecuentes que con Castilla.
Por otro, la construcción y puesta en actividades del Balneario de La Hermida. Se cree que el nombre Hermida procede de la mutación de un antiguo topónimo que hacía referencia a la existencia en este lugar de manantiales de agua muy caliente y, así, antes que Hermida fue Hervida. Tiene lógica pues aquí el agua minero medicinal siempre ha brotado a 60ºC. Abandonado durante la guerra civil española, en 2006 abrió de nuevo sus puertas y hoy es uno de los atractivos turísticos del municipio.
Digno de mención en Peñarrubia es su valioso conjunto de torres medievales defensivas entre las que destaca la de Linares, de planta cuadrada con restos de almenas, que nos hace imaginar la importancia estratégica de este municipio en el pasado medieval y que denota el poder que el Señor de Linares ejerció en el valle.
No muy lejos del camino hay una pista que asciende al monte de Santa Catalina, donde se encuentran los restos de una antigua fortaleza medieval, el Castillo o Bolera de los Moros, hoy en ruinas, y el impresionante Mirador situado a unos 600 metros sobre la garganta del Deva, que ofrece unas vistas de vértigo del Desfiladero y de todo el valle de Liébana.
De Cicera nos dirigimos hacia Lebeña, nuestro próximo destino. Para ello podemos escoger dos variantes: tomar el Sendero de Largo Recorrido PR-S3 que discurre por un precioso bosque de castaños y robles y magníficas vistas del valle de Cicera hasta Collado Arcedón, una zona de extensos pastizales a 971 msnm donde pasta el ganado en época estival, para descender por una pista forestal hasta Lebeña.
Otra alternativa es utilizar la ruta tradicional de la Canal de Francos, que ofrece unas vistas espectaculares al Desfiladero de la Hermida. Esta variante, que parte de Cicera por la iglesia bajando a las últimas casas hacia el riachuelo, alcanza su cota más alta en una pequeña pradería a 840 msnm. Desde aquí, el camino gira a la izquierda bordeando la montaña y se une a la variante que baja desde el Collado Arcedón a 3,4 km de Cicera.
Además del Camino Lebaniego que, con sus dos variantes, nos ofrece unas panorámicas únicas de los paisajes más salvajes de Cantabria, en Peñarrubia también encontramos los lugares más mágicos de nuestra región, como La Braña los Tejos, uno de los recorridos de montaña más espectaculares de toda la Cordillera Cantábrica y de máximo interés botánico, donde se conservan las especies autóctonas de bosque cantábrico (tejos, acebos, castaños, robles, hayas…).
Sin duda Peñarrubia es visita obligada para todos los amantes de la historia, la naturaleza y las tradiciones más ancestrales que aun perviven en nuestros valles y montañas.