Noja solicita la declaración de Bien de Interés Cultural para sus baterías costeras
El Ayuntamiento de Noja ha iniciado los trámites correspondientes para solicitar a la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria, la declaración de Bien de Interés Cultural para las baterías costeras de Suaces y San Nicolás del Brusco, así como dicha protección a nivel local para el cañón situado en la zona de Los Pinares.
El Consistorio cuenta para esta petición con un informe favorable del Doctor en Historia por la Universidad de Cantabria, Rafael Palacio Ramos, en el que estima que son merecedoras de tal consideración.
Todos ellos son ejemplares únicos en Cantabria ya que el paso del tiempo, la presión urbanística y los nuevos usos del suelo han hecho que otras baterías coetáneas hayan desaparecido en las últimas décadas en la región.
Las baterías de San Nicolás del Brusco y Suaces son dos fortificaciones costeras de finales del siglo XVIII. Contextualizadas en las guerras napoleónicas, la de San Nicolás se levantó para defender la playa de Helgueras e impedir un posible desembarco en la Villa. La misma se emplazó en la falda del monte y a muy poca altura sobre el nivel del mar (10 metros) con el fin de que sus fuegos enfilaran toda la extensión del arenal. Con una superficie total de 1.050 metros cuadros, tenía dos plataformas de diferente nivel con capacidad para cuatro piezas que batían al mar, más un cuartel en la retaguardia.
Por otro lado, la batería de Suaces se construyó dentro del esquema fortificador originado con la guerra con Francia. En 1795, se levanta esta estructura con un amplio cuerpo de guardia y repuestos anexos. Su extensión era de 1.600 metros cuadrados y su emplazamiento artillero se dispone en forma de batería corrida que traza una curva hacia el norte y el este. Llegaba a albergar a 40 hombres y a cuatro cañones de hierro. En el s. XIX se produjo su abandono con el cambio de concepción de defensa costera, sin embargo sufrió alteraciones durante la Guerra Civil Española.
El cañón, situado entre las puntas de Garfanta y de la Mesa, junto a un polvorín subterráneo, data de primeros años de la época franquista. Se trata del mejor ejemplar de este tipo de construcciones que se conserva en la costa de Cantabria.