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El único destino

El lunes 23 de octubre se celebran los seis primeros meses de vida de la septuagésima tercera ocasión en que la Puerta del Perdón del Monasterio de Santo Toribio de Liébana ha sido abierta para ser traspasada por miles de fieles peregrinos, amantes creyentes y curiosos turistas.

 

 

 

El camino, largo y fructífero, acumula en su haber cientos de destinos pero solo uno es único y perenne, solo uno se ha consagrado a los largo de más de cinco siglos: el Lignum Crucis.

El Lignum Crucis (“madera o árbol de la cruz”) es la reliquia del cristianismo que hace referencia a un pequeño fragmento de la madera usada por los romanos para crucificar a Jesús de Nazaret.

Este fragmento es considerado por la iglesia católica la parte más grande que perdura hasta nuestros días de la cruz de Cristo, y perteneció al brazo izquierdo de la misma.

Este trozo, según la prueba del Carbono 14 (técnica más fiable basada en isótopos para conocer la edad de muestras orgánicas de menos de 45.000 años), es de una especia de árbol autóctono de Palestina, del cupressus sempervirens, comúnmente ciprés, y data de la época de Jesucristo.

Al tratarse de un  material extraordinariamente viejo, no se descarta la posibilidad de que dicha madera pueda alcanzar una edad superior al periodo de tiempo correspondiente a la era común. El mismo estudio especifica que Palestina se sitúa dentro del área geográfica del cupressus sempervirens. El ADN de esta reliquia ha servido para autentificar la procedencia de los otros fragmentos conservados.

Según la tradición, el Lignum Crucis se relaciona con el origen de la creación del monasterio pero lo más creíble es que fue traída al mismo tiempo que los restos de Santo Toribio de Astorga, alrededor del siglo VII.

 

Santo Toribio de Astorga custodió las reliquias de Jesucristo en Jerusalén, quien al contar con el permiso del papa de su época, trasladó un trozo de la cruz hasta Astorga, ciudad de la que fue obispo. Dicha reliquia fue traslada a Liébana por cristianos que querían ponerla a salvo de los musulmanes que se encontraban ya a las puertas del norte de la península en el avance de su invasión. Y fue el revulsivo definitivo para que el Monasterio de Santo Toribio y Liébana se convirtieran en un importante lugar de Peregrinación.

Según el padre Sandoval, cronista de la orden benedictina, esta reliquia corresponde al “brazo izquierdo de la Santa Cruz, que Santa Elena (madre del emperador Constantino, en el siglo IV) dejó en Jerusalén cuando descubrió las cruces de Cristo y los ladrones. Está cerrada y puesta en modo de cruz, quedando entero el agujero sagrado donde clavaron la mano de Cristo“.

La madera se encuentra dentro de un relicario en forma de cruz de plata dorada, con cabos flordelisados, de tradición gótica, realizada en un taller vallisoletano en 1679. Las medidas del leño santo son de 635 milímetros el palo vertical y 393 milímetros el travesaño, con un grosor de 40 milímetros. En la actualidad el leño está serrado y puesto en modo de cruz, quedando entero el agujero sagrado donde clavaron la mano de Cristo. Sin embargo, esto no siempre fue así. En la Edad Media era común regalar un trozo de reliquia en pago de ciertos favores. Así, poco a poco, el brazo izquierdo de la cruz iba acortándose con el tiempo. Es por ello que,  en un momento determinado, viendo los benedictinos que se quedarían sin reliquia, la serraron, la pusieron en forma de cruz.

Desde el año 1512 Liébana celebra este periodo de júbilo al conservar uno de los mayores tesoros de la cristiandad: el Lignum Crucis. 505 años de tradición, 505 años de peregrinación a Santo Toribio de Liébana, 505 años de recorrido, 505 años de camino lebaniego, 505 años y un solo destino: el Lignum Crucis.

“Todos los viajes tienen destinos secretos, sobre los que el viajero nada sabe”. Martin Buber