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La Biblioteca Central de Cantabria acoge una exposición pionera sobre el ‘Comentarium in Apocalysin’ de Beato de Liébana

El muestrario titulado 'Cuán árduo es el esfuerzo del escriba' enseña un catálogo extraordinario de copias nunca antes expuestas

La Biblioteca Central de Cantabria (BCC) presenta por vez primera, en una exposición pionera, los fondos de su catálogo relativos al extraordinario fenómeno bibliográfico y cultural suscitado por el ‘Comentarium in Apocalypsin’ de Beato de Liébana. De esta manera, la exhibición titulada ‘Cuán arduo es el esfuerzo del escriba’ mostrará materiales accesibles, así como otros custodiados de forma restringida y que estarán comisariados por Marina Gurruchaga.

Se trata de una colección bibliográfica de copias de extraordinaria factura, junto con una selección de estudios científicos referentes a las diversas facetas (religiosa, artística, literaria e histórica) y a la trascendencia de la obra del monje lebaniego. Sus autores son de diversa procedencia, tanto estudiosos cántabros como especialistas nacionales e internacionales, cuyas obras se unen a recreaciones artísticas realizadas por extraordinarios ilustradores vinculados a Cantabria, a catálogos de exposiciones memorables en torno al fenómeno del beato que se realizaron en la región.

Parte de los elementos exhibidos ya estuvieron abiertos al público en la Biblioteca Nacional de España, situada en Madrid, al hilo de la reciente exposición ‘Beato de Liébana. La fortuna del Códice de Fernando I y Sancha’, que tuvo lugar entre el 15 marzo y el 27 agosto 2023. Por otro lado, la Biblioteca de Castilla y León ha contribuido con una serie de facsímiles. Asimismo, la muestra cuenta con una serie de valiosas piezas arqueológicas pertenecientes al MUPAC y vinculadas a la cultura material altomedieval y al ambiente original del período de gestación de los primeros códices del ‘Comentarium in Apocalypsin’. 

La exposición, además, pone en valor tres de los beatos especialmente significativos para comprender el fenómeno y contextualizarlo en la cultura de la Cantabria Altomedieval: el códice o Beato de Cirueña (s. IX), primero de la serie histórica de beatos, realizado en ambiente cántabro-asturiano y que muestra una iconografía digna de atención; el códice o Beato de Saint Sever (s. XI), con un interesante análisis de la presencia apenas estudiada en su conocido mapamundi del corónimo ‘Cantabria’, realizado por el investigador Ángel Ocejo Herrero; y finalmente referencia al más joven de la serie de los Beatos, el conocido como Beato de Ginebra (s. XI), descubierto tan sólo en 2007 y apenas conocido por el público en general.

Beato de Liébana escribe la primera versión de su Comentarium en 775-776, en el contexto del patrocinio regio del Monasterio de San Martín de Turieno por parte de la naciente monarquía astur-cántabra. La creencia de Beato de que tan sólo faltaba un cuarto de siglo antes del final de los tiempos, estimulada por los sucesos histórico-teológicos coetáneos (la Herejía Adopcionista y la presencia amenazadora del islam en la Península), le llevan a componer una obra exegética que interpreta las 78 secciones del Apocalipsis. Intercala una serie de ilustraciones tomadas originalmente del ciclo apocalíptico norteafricano del Comentario de Ticonio, llegado a Hispania en el s. VI y trasladado después al reino astur-cántabro. La obra, redactada para la vida espiritual de los hermanos, se convirtió en parte insustituible de la biblioteca de los monasterios de frontera que van emergiendo durante la expansión territorial del reino asturleonés. Por ello, alcanzó un número de copias que, al decir de su gran estudioso J. Williams, probablemente no fue inferior a cien, aunque a día de hoy nos queda un número de códices completos y fragmentos muy inferior, en torno a cuarenta y uno.

Se puede organizar su tradición iconográfica y textual en dos grandes familias. De ellas, la segunda, datada en el s. X, es la que ha sido calificada tradicionalmente por los historiadores del arte como mozárabe, en un término que ha sugerido la utilización de un estilo pictórico orientalizante que no es tal. Su contenido debe revisarse en favor de la consideración de la expansión iconográfica que tal estilo realiza, inspirada por la Biblia de León de 960, genialmente incorporada en una serie de nuevos temas por el monje copista e ilustrador Maius. Dicho estilo, en la más antigua copia conservada (terminado en 940-945 en el Monasterio de Tábara), el Beato Morgan dota de un tratamiento rico, con imágenes polícromas a toda y doble página, marcos y fondos decorados, incorporando asimismo los modelos de espléndidas iniciales tomadas de modelos carolingios.

La cumbre del estilo, el Beato de Don Fernando y Doña Sancha (1047), presente en esta muestra y único ejemplo de mecenazgo regio (salvo quizás el Beato de Las Huelgas), es la última de las copias considerada mozárabe y registra ya algunos elementos que anticipan el nuevo estilo románico. Éste aparece por vez primera en el Beato de Osma, vinculado al Comentario en su primitiva tradición literaria y que se verá continuado y asentado en las nuevas copias realizadas, entre otras, desde el scriptorium de San Millán en la Rioja. 

Como muestra del último florecimiento del fenómeno de los beatos, obra de la reforma cisterciense, y vinculada al ascenso del reino de Castilla, pueden elencarse el Beato de San Andrés de Arroyo y el del Monasterio de Las Huelgas (ambos facsímiles presentes en la exposición). Con la aparición de las órdenes mendicantes, aunque el texto siguió utilizándose para la edificación religiosa, el Comentario y su modelo de transmisión y producción técnica, desapareció en su formulación anterior. 

Los ejemplares extrapeninsulares del Beato (Ginebra, Milán, Berlín y St. Sever), tres ejemplares procedentes del sur de Italia y otro del área de influencia pirenaica, son copias de modelos textuales e iconográficos hispanos. El Beato de St. Sever plantea iconográficamente las soluciones ideadas por Maius con un lenguaje románico, mientras que, desde el punto de vista textual, es un ejemplo de la primera familia de los Beatos. Un motivo de su colorido mapamundi, en el que aparece el corónimo Cantabria, ha sido el pretexto figurativo del logotipo identificativo de esta exposición.